30 microrrelatos de terror - Parte 6
Aquí os dejo el resultado de un reto que me propuse en noviembre. Con un límite de 200 palabras, cada historia es una descarga breve pero intensa de escalofríos (o no tanto).
26 - De chiste a microrrelato III
Era un hombre tan alto, tan alto, tan alto que se comió un yogur y, cuando llegó al intestino delgado, ya estaba caducado. Al principio, solo sintió náuseas. Después, vomitó un par de veces y pensó que sería algo pasajero. Unas seis horas después, la fiebre le empezó a subir. Decidió ir al hospital, pero su tamaño complicaba las cosas: no cabía en las salas de espera y las camillas eran demasiado pequeñas para él. Decidieron dejarlo en el pasillo de urgencias, junto a las puertas automáticas que daban acceso a la calle. La corriente empeoró su estado. La fiebre se descontroló y lo hizo delirar. Finalmente, decidieron ingresarlo en la UCI. A los pocos días, el hombre tan alto, tan alto, tan alto murió. En su esquela podía leerse: «Vencido por una bifidobacteria».
27 - El eco
El sol del atardecer ya se ocultaba tras las copas de los abedules. Al menos, Jon había conseguido hacer fuego en un claro del bosque. Estaba exhausto. Le pesaban los hombros y un dolor agudo le recorría la nuca. Abrió su mochila y rebuscó en el fondo hasta sacar una bolsa de frutos secos. Era la última. Algo crujió entre los arbustos.
—¿Hola? —dijo Jon.
—¿Hola? —respondió su eco.
El hombre suspiró, frustrado. Abrió la bolsa y se echó un puñado de nueces en la boca. De nuevo, se oyó algo tras la maleza.
—¡Vete al infierno! —exclamó Jon.
—Ya estamos en él —contestó el eco.
28 - Pesadilla antes de Navidad
Kyra Bones sabía que la sábana era su refugio. Cada una de las partes del cuerpo que cubría estaría protegida de los monstruos que visitaban su dormitorio por las noches —ya fueran los que se escondían en el armario o los que lo hacían bajo la cama—. Su hermano Tom también le había contado que, cuando cae el sol y los niños duermen, todos los juguetes de la habitación cobran vida y forman una barrera junto a los soportes de la cama. Kyra se envolvió hasta arriba y formó un pequeño círculo con la tela para poder sacar la nariz y respirar. Decidió hacerse la dormida, incluso fingió que roncaba. Pasaron unos minutos y oyó un golpe hueco en el suelo de parqué. Después, otro ruido, esta vez más liviano. La niña asomó el ojo por el orificio de la sábana y miró hacia la estantería. A trompicones, su juguete de Jack Skellington se aproximó al borde del estante, miró al suelo y saltó. Se oyó otro impacto seco.
29 - Llame usted para coger cita
A John le volvió a escocer el brazo izquierdo. Le echó un vistazo y notó que la forma del lunar había cambiado. «Tienes que ir a que te vean eso, Johnny», le había dicho su mujer hacía unos meses, cuando la mancha era irregular y moteada. Ahora era más circular, algo abultada y con un relieve áspero. Se rascó con insistencia alrededor y notó algo: una vibración, como un latido. Apartó la mano, desconcertado, y observó. El bulto marrón palpitaba y parecía desplazarse hacia la flexura del codo. Asustado, el hombre lo golpeó con la palma de su mano derecha varias veces, con fuerza, hasta que el lunar se detuvo. Su piel ardía. Tensó la mandíbula y apretó los dientes. Justo en el centro del bulto, la superficie palideció por la presión que algo ejercía desde el interior. Momentos después, John gritó de pánico al ver cómo una pata peluda perforaba su piel y se abría paso, a tientas, hasta el exterior.
30 - Típico
Apagué la luz del pasillo y corrí hacia el dormitorio. Algo me siguió.
Me encantan! Hay que ser muy creativo para que esto se te dé tan bien! 🖤
Dios no sé cuántas veces he sido víctima del típico jajaja, puta autosugestión 😅😅🤦🏻♀️